domingo, 25 de mayo de 2014

Floresta, ¿se puede pasar?

Ahora que la Carmen ya está finiquitada y salvada para entusiasmo del público por el buen trabajo musical de nuestros cantantes y orquesta, pensemos un poco en relajarnos. Lo más interesante de Manaus es sin duda la naturaleza que la rodea, esa que nunca debió dar su permiso para construir aquí una urbe, pues de ella mana toda la energía de este lugar.

Los paseos que hicimos, no nos engañemos, eran de lo más turístico pero tampoco creo yo que sobreviviera más de unas horas si ahora aparezco de pronto en medio de la selva sin ningún tipo de orientación ni adiestramiento. El primero de ellos nos llevó por el río y tan solo la primera parada incluyó contacto humano, en concreto con una tribu de indígenas. Daba para ver que incluso ellos están invadidos por la globalización, y no solo porque llevaban su calzoncillo del "todo a cien" bajo el taparabos, pero sí sorprende que quieran seguir manteniendo sus tradiciones y estén orgullosos de ellas. Como decía, la superviviencia no es fácil allí, por eso muchas de sus tradiciones nos parecerían injustas si no pensamos en que buscan la fortaleza de ánimo, del cuerpo y del espítiru.


Tras unas cuantas danzas rituales tomamos rumbo a ver a los botos. Los botos son los delfines del río sobre los cuales hay muchas leyendas, como que salen por las noches y enamoran a las indias. Pudimos bañarnos con ellos y me sorprendió su tamaño y también el tacto de su piel que no sabría explicar. También pude tomar en brazos un perezoso y me encantó sentir su abrazo, fue una sensación muy bonita de confianza de la que solo me asustaba que con aquellos uñates agarrándome con firmeza me lo tuviera que llevar en el avión ya para la vieja Europa, que oye, igual hago tendencia y en Londres y Berlín aparece todo el mundo con un perezoso colgando la próxima temporada. También había multitud de monos haciendo monerías, alguno a dos patas pidiendo que le regalaras un plátano o lo que fuera. No puedo decir que me diera la misma confianza una serpiente de unos 2 metros que algún inconsciente se echó al cuello; ahí, haciendo las fotos, yo ya estaba feliz.


Dejemos la fauna para pasar a la flora, para pasear tranquilamente entre las enormes Vitórias regias que son esos grandes nenúfares en forma de sombrero que tienen una gran flor. Según nos han dicho, ésta solo dura tres días y mejor no cogerla porque es de lo más maloliente; llama la atención, además del tamaño, la firmeza y el material de sus hojas que las hacen realmente majestuosas.


Entramos también en los igarapés, las grandes zonas de selva inundada en que se puede navegar entre las copas de sus árboles. La profundidad de estas zonas puede variar hasta 30 metros según la etapa seca o de lluvias y te impresiona pasar entre lo que se vislumbran copas de los árboles centenarios, entre vegetación, reflejos en el agua color tierra y avistando pájaros, reptiles e insectos. Tumbarse en la cubierta del barco y disfrutar de esta sugestiva colección de paisajes, colores, sonidos es un regalo para los sentidos.


Pero el verdadero contacto con la madre tierra fue en nuestra excursión a pie por la floresta. Aunque ibamos por sendas (que no soy yo muy diestro con el machete) el avance no era fácil, pisando suelos de hojas, ramas, barro, etc. y consuela a los que acabaron con el culete en el suelo que una de las guías terminó de la misma forma para regocijo del grupo. También conviene señalar que ella, en su tranquilidad local, iba por la selva de chanclas; por supuesto nosotros, menos osados: de bota alta porque además había lugares donde el agua te llegaba hasta las rodillas.


La travesía era lenta y el ambiente bastante sofocante pero encontrábamos cada cierto tiempo unos oasis que nos hacían olvidar los rigores del camino, unas cascadas de una belleza indescriptible, caprichos de la naturaleza que crearon paisajes increíbles. No resistimos la tentación de bañarnos en todas ellas. También entramos en una gran caverma donde caminamos durante unos 20 minutos por enormes bóvedas molestando a sus habitantes: murciélagos, arañas, viviendo en la más absoluta penumbra. Aún nos quedaron muchas cascadas por ver y realmente esta es una zona por descubrir aunque sigo teniendo la impresión de que estamos invadiendo zonas que deberían preservarse así íntimamente bellas sin que la "civilización" quiera imponer sus rigores y su tiranía.


Creo que ya he retomado fuerzas para nuestro último estreno que además trata de cómo la pureza de un niño, designado por la madre Naturaleza, salva de la destrucción a la Amazonia.

sábado, 10 de mayo de 2014

Pongamos que hablo de una chica de Sevilla

El tiempo de montaje no ha sido suficiente así que economicemos en modo telegráfico para realizar un cronograma del ensayo.

19:05 Abre el telo a seco.
Ataca la obertura.
Los bailarines se esfuerzan en una danza entre el clásico desincronizado, la gimnasa rítmica y la zumba.
19:15 Entra el coro hacia unas posiciones inciertas.
El asistente se mosquea.
Unas puertas se cierran en la cara del solista. 
Algunos coristas tropiezan buscando su espacio en la escena.
19:30 Uno de los tenores por fin se envalentona porque se sabe la parte y se adelanta cuan solista buscando la alternativa.
Entran los niños.
Recuerdan que alguien habló que había un aplauso, así que, bien: se aplauden.
19:45 Un cabo da órdenes con su espada a unos soldados con lanzas de madera pero se sorprende con el resultado de sus gestos.
Hay utilería de más en la escena.
El asistente se desespera.
20:00 Salen las simpáticas cigarreras con sus mejores abanicos de pedrería.
El coro pregunta: "¿Podemos movernos?"
Los hombres salen de escena pero alguno lo hace por la fábrica de tabaco, por fin, alguno no consigue salir: una compañera le cierra la verja y debe cambiar de rumbo, el recitativo ya ha comenzado.
20:15 El regista habla por el micrófono en dos idiomas que nadie sobre el escenario entiende.
Empieza la pelea: es un todas contra todas hasta que toca marcharse, entonces, salida con dignidad y tan amigas.
La gitana intenta escaparse, no hay nadie para impedírselo: está bien: huye.
Se repite la escena.
20:30 Es el momento de la huida, dos solistas solos en la escena se murmuran cosas. La solista mira a ambos lados; es inútil: están solos desde la salida del coro. Se espera una confusión general con el fortísimo de la orquesta. Expectación en vano, siguen solo los dos cuando cierra el telón.
...

21:00 Ataca el interludio del cuarto acto.
Más danzas del mundo. Los hombres caracolean con las manos.
La segunda asistente (turca) pregunta al regista en un idioma que aún no había sonado en el ensayo.
El bajo quiere comprar naranjas pero no tiene muy claro quién las venderá, así que lo grita al aire.
El regista sigue llamando al asistente por el micrófono con insistencia.
21:15 Comienza el desfile, gran expectación.
Coro general se para en versión de concierto: atrás alguien insinúa un movimiento de tímido de discoteca.
El coro impreca a unos alguaciles ausentes: entran en escena tres bailarinas haciendo palmoteos.
21:25 Es el turno de los chulos: más pasos de baile, el mismo grupo sirve para los banderilleros y picadores, lo importante allí es el jolgorio general.
Los niños ocupan de nuevo el primer plano, hay que cantar una frase.
21:35 Suena la palabra: "Espada", los soldados sacan sus espadas al aire.
Aparece el torero al fondo un poco consternado, ha perdido a la amada que debía llevar del brazo entre bambalinas.
El asistente se desesepera.
Los niños señalan con los brazos en alto: algunos parecen ver si llueve otros rezar a la Virgen Santa.
21:45 Desaparecen todos, debe ser la hora de la merienda.
El tenor con muy malas pulgas aparece con un cuchillo en el ventanuco del MacAuto.
Las amigas de la solista la previenen: "Se esconde entre la multitud" qué irónicas, fíate de una amiga.
21:55 Por fin llega el dúo final, mátala ya!

Maestro y Solistas se van con la cabeza bien alta, ellos han hecho lo que han podido y el pabellón musical queda muy alto. 
Mañana se esperan más sesiones de improvisación. 

jueves, 8 de mayo de 2014

Cántamelo por señas


Ya hemos pasado el ecuador de nuestro festival con dos de las óperas estrenadas, Manon y Lucía. Hoy me voy a permitir una entrada políticamente incorrecta y es que la Secretaría de cultura tiene unos detalles muy especiales a veces. Por un lado recorta en ciertas cosas, y así nuestros figurinistas y escenógrafos han sufrido lo indecible para llegar con los plazos a los estrenos y lograr un trabajo digno. La imaginación al poder y tanto Alfredo Troisi como Adán Martínez salieron airosos del lance, con nota especial para los tocados y peinados del coro, homenaje a la escena de la moto de Mujeres al borde de un ataque de nervios donde Julieta Serrano va a matar a Iván al aeropuerto, y que aportó a la escena de Lucia un clima de locura general muy adecuada.


Pero mientras tanto se despilfarra en otras cosas, por ejmplo, en el patio de butacas del teatro se resfriarían hasta los esquimales, porque pasan unos vientos polares mientras las puertas exteriores de todos los pasillos están abiertas a los fácilmente 20 grados de diferencia de fuera. Pero lo más ridículo me pareció el afán por la integración por los sordos en la ópera; sí, habéis leido bien, y es que tenemos arriba una pantalla de plasma extra con intérpretes para signos junto a los sobretítulos. Que digo yo, que serán sordos analfabetos porque si no, no me lo explico. Gracias a eso hemos visto entretenidas coreografías que ni el funeral de Mandela, en Manon con una señorita más adusta que la gerente de nuestro hotel que parecía que todos le debíamos dinero, y en Lucía hasta tres intérpretes diferentes en una noche que debe ser un texto extenuante por la coloratura. Pero gracias a eso hemos aprendido fascinados como se dice: "In quelle trine morbide" o "Sola perduta abbandonata", "Quella foooonte" o "Colla ei trafisse"; un día os hago la performance. Alguien volvió a citar a Almodóvar en aquella escena de Tacones lejanos en que una intérprete de signos del informativo narra la confesión de un asesinato. Sí, también nos hemos reído un buen rato.

Tacones Lejanos - Informativo de Tele Siete

Aún tuvimos una jornada bien festiva con el concierto de los tres tenores brasileños. El fasto tenía lugar en el Teatro de la Instalación, un pequeño paraninfo donde se realizan algunas actividades paralelas y donde ya había asisitido a un concierto de jóvenes voces jaleado por los activos asistentes que coronaban sus arias con interpelaciones como un "Valeu, moço!". Normalmente las imitaciones de Caracalla me parecen una horterada pero en este contexto fue diferente y aquí sí que vi una actuación de verdadera camaradería (podéis leer entre líneas) donde se comportaron como auténticos colegas con sinceridad, simpatía y dejando que la improvisación condujera parte del espectáculo siempre con un respeto que les mostraba cómplices delante del público. Paulo Mandarino, técnica y pulcritud al servicio de una expresividad a flor de piel, desgranó una "Recondita armonia" de libro: en Europa si no hubiera registas se lo rifarían; Enrique Bravo, de ascendencia chilena, demostró su timbre bellísimo y su resistencia en una fogosa interpretación de "Dein ist mein ganzes Herz", una página nada fácil aunque forme parte de una opereta. Por su parte Juremir Vieira, desenvuelto en escena como maestro de ceremonias, revolucionó los termómetros con l'Improvviso de Andrea Chénier con una voz segura, robusta, toda armónicos y plenitud solar en los agudos.


Mientras tanto había que volver a la realidad y llenarse de paciencia y buen humor para ensayar con los niños, tanto en la Carmen como en Onheama, el estreno del que os hablé. La historia es muy bonita y trata de un eclipse (Onheama) que es interpretado por los indígenas como una pantera (Onça celeste) que se traga el sol; esto sería el final del Amazonas pero los designios dicen que Iporangaba (nuestro solista niño) podrá matar a la Onça. ¿Un niño? Quién lo diría, pero todo es posible, y ayudado por las criaturas del río: la Iara (Sirena) y el Boto (Delfín rosa) van a vencerla, porque la Onça celeste es bien real, y allá se canta unas buenas arias en el acto tercero en lo que podía ser un remedo moderno de la Knusperhexe de Hänsel und Gretel. La historia continuará que no quiero desvelar los secretos de nuestro estreno...


martes, 29 de abril de 2014

Los elementos del festival

La temática de la programación este año gira en torno a cuatro mujeres, cuatro proto feministas, luchadoras de otro tiempo. Así, Lucia es una mujer abandonada por todo su entorno: su hermano, su confesor la tracionan y cuando finalmente su novio y único apoyo se ve obligado a partir, ella se refugia en la locura, ideal romántico de refugio para este mundo de penas. Manon es también utilizada y finalmente condenada: cuando intenta seguir sus impulsos la deportan a un destino fatal. Carmen, por fin, consigue ser independiente, amar con libertad a quien le plazca sin someterse a leyes de la moral, pero el pundonor masculino no lo perdona y por eso debe ser sacrificada. Faltaría en esta relación Lulu, la primera que por fin domina a hombres y mujeres y llega a triunfar socialmente; su muerte es "casual", ya que será Jack el destripador quien la asesina, pero es verdad que debido a las nefastas circunstancias en que ha sucumbido debido a la sobreexplotación de sus encantos primitivos por una sociedad sexista y materialista.


Ya hemos estrenado Lucia di Lammermoor con gran éxito y sólo ahora me he dado cuenta de que los cuatro carteles del festival también tienen un hilo conductor que son los cuatro elementos. Lucia di Lammermoor es el Aire que se lleva sin saber por qué la razón de la protagonista y la trasciende a un estado de beatitud canora para nuestra delicia. Vientecillo, si es que soplara algún día aquí, y más que eso podría entrar por la ventana de mi habitación porque he descubierto que tengo un buen hueco que me comunica con el exterior. Las razones son varias entre las que yo barajo que el que cortó el muro no conocía el concepto línea recta, había bebido mucho guaraná, o lo hizo con las tijeras de cortar papel del cole; tampoco nadie experimentó con esa gran salvadora para cualquier laguna: la silicona.


Manon Lescaut es el Agua en el bello cartel que creo que ya os he mostrado. Agua como la que cae desde hace una semana por el pasillo de mi planta después de las grandes lluvias que hemos tenido. Y es que como veréis es bien difícil encontrar un buen hotel aquí en Manaus. Tan solo el consagrado Tropical tiene algo de las comodidades que todos damos por supuestas en cualquier alojamiento, pero está muy lejos del centro y con el tráfico loco de Manaus podrían tardarse horas para llegar a los ensayos. En el centro no hay muchas opciones y no podemos quejarnos porque estamos en "el bueno".


El tristemente famoso Taj Mahal, por ejemplo, presume de sus cinco estrellas pero si vieniera un inspector deberían devolverlas todas y pagar alguna más. Ya han empezado las alergias para los que se han hospedado en tal infecto antro, con sus habitaciones bien enmoquetadas para el clima de Manaus y sus tupidas cortinas cultivo de todo tipo de bichitos. Mi única experiencia allí hace unos años duró poco. Alertado por la fauna autóctoca del hotel iba con pies de plomo. Pero se me agrió el gesto cuando al entrar descalzo en el baño algo hizo crac-crac bajo mis pies. Bajé la mirada manteniendo la serenidad: tendría patas, antenas, ojos? mucho peor, no era una "barata", era una buena colección de uñas que nadie había limpiado del anterior huesped. Huí.


Carmen, claro, es el Fuego que es, curiosamente, como nos ven aquí a todos los españoles, pensando que todos somos fogosos matadores. Sin embargo que se practica por aquí una doble moralidad bastante disipada. Por un lado, son los primeros en dejar el diezmo en sus iglesias y (cosa inaudita) muchos artistas dejan de venir a ensayos o compromisos en viernes porque sus iglesias adventistas no les permiten trabajar. Al mismo tiempo luego conviven con las situaciones sentimentales más complicadas que podáis imaginar con maridos, exmaridos, amantes, queridos, etc., y mira que yo no me considero una persona retrógrada para nada. Me sorprendió en nuestro hotel, que esta lleno de normas escritas por cada esquina sobre tal o cual cosa, que un acompañante no puede quedarse en la habitación más de quince minutos. Solo faltaría pedirles el libro de familia como en otra época, algo que nos parecería tan atávico como embarazosamente indiscreto. Luego me han dicho que es para evitar la explotación con niñas que aún hay algún desalmado que viaja aquí para esas cosas; entonces en ese sentido lo entiendo. Aunque me parece que también el motivo es que un hotel "fino" no entre en competición con el enjambre de moteles que hay en cada calle, anunciando claramente el precio de una "rapidinha", que no hay que ser María Moliner para saber de qué va la cosa.


La tierra es Onheama, un estreno encargo del festival, y que trata precisamente de las tradiciones indigenas de esta zona, con un texto en parte escrito en dialecto. Aunque al pensar en Brasil siempre viene la imagen de cuerpos esculturales y bellezas voluptuosas la verdad es que a los pobladores de esta zona yo no les veo mucho atractivo y distan mucho de la típica bailarina de samba moviendo sus caderas frenéticamente. Claro que después de un tiempo uno va encontrándoles algun atractivo. Recuerdo en mi primer festival que pasados dos meses una buena amiga, que estaba por aquella época soltera, había comenzado a intimar con un chico de la orquesta que era encantador y muy talentoso. En el hotel sin embargo no les permitían entrar juntos así que empezaron a idear las formas más complicadas de poder acceder inadvertidamente y el resto los secundábamos por la diversión de ser cómplices y ayudar a la parejita. Cuando ya ni entrar en grupos grandes, ni por el garage, ni cantando para distraer la atención daba resultado recuerdo una noche que entramos media docena en la recepción con los paraguas abiertos para escoltar a los amantes furtivos. Funcionó por muy de vodevil que parezca, pero por desgracia para mi pobre amiga al día siguiente estaba llegando un informe por fax a la secretaria de cultura alertando sobre sus actividades licenciosas.

lunes, 21 de abril de 2014

Un estreno suculento


Por fin hemos estrenado la primera de las óperas, la Manon Lescaut, ópera difícil donde las haya y los resultados han sido muy buenos. Ha costado, no os lo voy a negar, pero al final la respuesta del público ha calmado nuestro stress por haber llegado justos en ciertos aspectos. Orquesta y coro estuvieron estupendos y el maestro concertó con acierto y vuelo lírico. Lo sé que estaréis esperando anécdotas suculentas, y bien, algún sombrero salió disparado con la emoción del momento, el tenor olvidó el texto del dúo más famoso ("Tu, tu, amore tu"), las proyecciones no tuvieron su mejor día (por falta también de pruebas) y nadie percibió que si te pegas a las pantalla y vas de blanco, pues eso, te conviertes cual croma en ola de mar de fondo (cuando no, en Esther Williams), y citemos por fin un desgraciado vestido que se enganchó, figurante que tira, y arracaplaf! toda la tabla que cerraba el último escalón de la plataforma que sale por los aires. Pequeño momento de histeria contenida de los presentes en escena; un soldado que va a intentar ponerlo pero que, en fin, comprende que volverse ahora carpintero resalta más el estropicio así que terminamos con un boquete en la escenografía.


Pero, aunque con más pruebas de trajes quizás podría haberse evitado, no nos engañemos, este tipo de cosas podrían haber sucedido en cualquier función. Lo más importante es que la gente se fue encandilando con la música, y con el cuarto acto estaban todos emocionados y así se notó con las ovaciones finales tan cerradas con que recibieron a intérpretes y directores. Manon Lescaut que no se representaba en Brasil desde los años 70 triunfó y todos sus intérpretes eran brasileños.


Que Brasil es un país de grandes contrastes creo que es algo que todos tenemos en la cabeza. La diferencia entre las clases sociales es tremenda , la riqueza se distribuye entre unos pocos, en general no tienen término medio; ¿quieres río? Parece un mar. ¿Un poco de selva? Varios estados cubiertos de vegetación impenetrable, ¿Quién teme a un restaurante buffet? Aquí hay rodicio de todo, de carne, de pizza, de pasta a reventar… He visto hasta hormigas superdotadas, una especie de Godzilla como cinco veces una de las nuestras; las cucarachas (baratas) son el doble de las nuestras, y, atención, de un color dorado intenso y VUELAN, no os digo más: la ventanita cerrada, gracias. 


La falta de término medio puede aplicarse a todo; cuestión aparte son los restaurantes y es que después de casi un mes ya nos ha sucedido de todo. Un día fuimos a comer a un importante hotel; el restaurante más chic del complejo no era muy grande, apenas unas siete mesas que estaban vacías, eso sí, una cantante ciega berreando y una banda bien amplificada; salimos también pitando: quién eramos para cortarles semejante inspiración. El restaurante “popular” tenía una comida riquísima, sobre todo con peces del río como costillas de tambaquí a la brasa, el tucunaré o el pirarucú con salsas de maracuyá, de castaña, etc. Las raciones eran muy generosas, aunque de repente llegó una ensalada llamada “de tomate y palmito”, pues bien este último elemento se contaba en tres rodajas mínimas por plato frente a unas 15 o 20 rodajas de tomate. Preguntamos si era normal la cantidad y esto les descolocó un poco, pero tuvieron el detalle de traernos, no os miento, un plato con 3 trozos contados más (para los tres que estábamos en la mesa). En cambio otro día, eché de menos la farofa, una especie de harina que toman aquí (en realidad solo la mezclan con otras cosas como con arroz y frijoles). Pues bien, trajeron un plato rebosando de farofa cual montaña que todos se echaron a reír en la mesa, y me rogaron que no me la comiera a riesgo de morir por ingesta de levaduras masiva. 


Pero la palma de las intoxicaciones, que Deo volente, aun no me han tocado (toco madera varias veces) la tiene el famoso Skarola, bar de dudosa salubridad, pero el único abierto en el centro después de las funciones del teatro, sin aire acondicionado  y abierto también, dicho sea de paso, hasta hace bien poco al tráfico del centro y a los mendigos que a veces se concentran cerca con cara de hambre. El Skarola es un puesto de comidas de difícil descripción donde tanto se puede comer un arroz a la cubana, un corte de carne, una pizza, y cualquier plato que se te ocurra: de todo tienen, lo que a veces lo convierte en un totum revolutum de detritus, y es que en sus bufés de mediodía os aseguro haber localizado varios emplastos que no serían servidos en los ranchos de muchas prisiones. Y he ahí que cierto barítono español, caballero elegantísimo por cierto, pagó su osadía de elegir nada menos que la “pizza especial de la casa”. A todos nos recorrió un escalofrío por la espalda cuando la pedía y a él más que escalofríos le pasaron cuando estaba yendo al hospital de madrugada y ya pidiéndome que comunicara a su familia lo mucho que les quería y dónde estaban los papeles de la herencia y las cucharillas de plata. Por fortuna, el barítono sobrevivió al Skarola  y no volvió a cometer tremenda temeridad.


viernes, 11 de abril de 2014

Cultura de chancla para el pueblo

Nuestra cultura es nuestro orgullo, sentenciaba un cartel publicitario, aunque es verdad que cubría una tienda vacía en un shopping enorme e impersonal de esos donde se matan las horas muertas en esta ciudad. Hemos hablado mucho estos días de la falta de conciencia de los políticos de mantener y alimentar la cultura del pueblo que gobiernan, algo casi tan importante si me descuidas como darles de comer. ¿Cómo esperamos mantener los públicos, despertar las sensibilidades por el conocimiento, por la estética, por formar profesionales en todos estos ámbitos si no trabajamos en las bases de la cultura?


Importantes casas operísticas americanas como la New York City Opera y parece que ahora la Opera de San Diego echan el cierre. ¿La razón? Una de ellas parece clara, el relevo generacional en las familias que beneficiaban con los sponsors estas empresas (que recordemos son privadas en los USA) han perdido el interés por el arte lírico. Su fortuna que se ha multiplicado pero ese espectáculo les importa un pito. Habria que preguntarse por qué teniendo más acceso a él que cualquiera de los mortales se han mantenido lejos del arte lírico, no les atrae, no es nada suyo, seguramente les provocará tedio y quizás hasta rechazo.

La ópera es el espectáculo más caro y más complejo que se puede montar sobre un escenario, más que una obra de teatro, más que un recital sinfónico o vocal, etc. También su resultado cuando todos los engranajes funcionan se multiplica exponencialmente. Como gran empresa que es, requiere una gran infraestructura para llevarla a buen puerto. El Festival Amazonas, por ejemplo, que aquí depende en su mayoría de la Secretaría de Estado de Cultura, basa su funcionamiento que en todos los elementos de base deben ser de la región, de estas forma miles de personas se ven implicadas directa o indirectamente en esta industria cultural: aquí deben realizarse y construirse las escenografías, comprarse los tejidos y confeccionarse los vestidos, lo mismo la caracterización, todos los profesionales de la parte técnica son también de la ciudad, al igual que el coro y la orquesta que son estables del teatro. El gobernador vende los puestos de trabajo que ha creado pero así miles de personas conocen este año a una tal Lucia que se vuelve loca, sí, sí, aquella escocesa de Lammermoor; o a Manon Lescaut o a la gitana Carmen; igual que ya conocieron a Brunilda, a Lulu, a Lady Macbeth, etc.

Queda aún mucho que hacer de cualquier forma por la cultura. Simplemente bastaría una cosa tan simple como limpiar el centro histórico que tiene muchos edificios bellos, arreglar sus calles, sentir el orgullo de pasear por esta zona, que en muchas ciudades de Brasil es precisamente la evitable, en favor de los altos rascacielos y las urbanizaciones bien privadas. Tantos palacetes pidiendo a gritos: dale el gusto a tus habitantes al menos de ver la cara limpia de mi arquitectura; algo que, con unas ayudas para la rehabilitación podria conseguirse o, con una buena mirada de futuro, para aquellos dueños que no puedan mantenerlas, expropiarlas y convertirlas en centros para la cultura: bibliotecas, salas de lectura, pequeños museos, centros de artesanía, escuelas de música, talleres de pintura, etc. hay tantas buenas excusas para plantar las semillas de la cultura y después de germinadas crear ya en los ciudadanos el hambre de estas y más actividades en sus vidas.

Aquí  os dejo algunas fotos de edificios algunos ya restaurados y otros que lo están pidiendo a gritos. Es verdad que he tenido la sensiblidad de cortar los engendros que el crecimiento sin ley que ha tenido esta ciudad ha permitido que se erijan a su lado, pero, conviviendo con eso, siempre es un buen momento para empezar a ser racional. El reparto de los fondos para la cultura siempre es complicado, en España somos muy aficionados también a construir faraónicos auditorios, a poder ser dirigidos por la élite planetaria, mientras racaneamos en los programas pedagógicos y olvidamos el "pan para mañana".


Ya os he comentado como buena parte de los artistas que participan son brasileños, tienen un gran talento y por esa vocación tan irrefrenable que nos ha llevado a todos a seguir esta profesión han decidido que ellos lo que quieren es: cantar óperas, nada más exótico o fútil que eso, no: cantar ópera. La misma sensación de exquisitez "fuori mondo" que puede sentir hoy en día, no nos engañemos, un español o mismo un italiano que ha nacido al lado de la Scala de Milán.  Pero solo cuando se ha alcanzado la sensiblidad precisamente de interpretar esas obras, de reflexionar sobre ellas, igual que se puede hacer por ejemplo sobre el Quijote o sobre Shakespeare, se comprende que el disfrute está precisamente en servir a unas composiciones gigantescas que aportan a la cultura universal.


¿Que la realización es dificil? nadie lo duda, y cada uno juega con sus armas, las demás se van construyendo. Ya os he comentado como casi todos tienen una gran ansia por aprender, por perfeccionar, aunque siempre hay excepciones, ese "casi todos", que aún no han llegado a sentir el placer que significa ese pequeño esfuerzo en, por ejemplo, pronunciar un italiano correcto, en sentir las palabras como si fueran propias de tu idioma, de ir más allá de su significado porque has reflexionado sobre su subtexto, y además has articulado el gesto que despertó la emoción que esa frase necesitaba... El placer de ese trabajo es el que corona a los artistas que se lo regalan al público, pero que ellos solo han conseguido disfrutando en su proceso, de este trabajo en común que en el fragor de la batalla os aseguro que es delicioso y hace que nos sintamos afortunados.


Aquí se ensaya en camiseta, bermuda y chanclas. Yo si pudiera hasta haría así los conciertos, al fin y al cabo ¿qué sentido tiene (aparte de ritualizar un recital) aparecer del negro más riguroso con ropas atávicas y que nunca usamos más que esas 2 horas? El público del Festival Amazonas es muy variado: unos cuantos pudientes, también algunos eruditos, y publico popular. El maestro me comentaba que después de unos años han empezado a surgir foreros y grupos donde jóvenes fans discuten sobre este u otro montaje, sobre los solistas, etc. lo cual es muy buena señal. En los últimos meses en España debatimos, después de la arriesgada e inteligentísima revisión de Graham Vick del Curro Vargas, programado con convencimiento y coraje por Paolo Pinamonti, lo útil que fue aquel impulso por atraer la curiosidad de un público renovado antes de que en 20 o 30 años el público de la zarzuela en España literalmente se vaya a la tumba y nunca llene el aforo de un teatro.

Casi todos los años aquí hay además un espectáculo en la plaza, precisamente para los que sienten aún que entrar en el templo del Teatro Amazonas no es para ellos; en mi primer año me quedé impresionado de cómo fácilmente dos mil personas se mantuvieron sus sitios (y eso que cayó una pequeña lluvia) durante una gala de unas dos horas de duración. Mientras caía la noche sobre el Largo de Sao Sebastiao, Eliane Coelho y Francisco Casanova desgranaban el "Viene la sera...".


El público del teatro, en su mayoría, acude también con ropa de calle. Ya os hablé de las temperaturas que marcan los termómetros por estas tierras; aquí si algo no puede faltar en tu zapatero son unas cómodas chanclas, ya sea el clásico "chinelo" o las más modernas "havaianas" de vivos colores. Coincide además que los muretes que cierran la delantera de los palcos no están hechos de madera sino de forja, como si fuera una verja con aberturas. Pues bien, recuerdo la sorpresa de los intérpretes cuando en el primer acto de una Werther, cuando comienza la bellísima música del claro de luna, esa que verifica a los jóvenes amantes después del paseo que sus almas ya están enlazadas para siempre, arpa y cuerda, un solo de violoncello y... pataplaf! una chancla que se escapó del pie del abonado del primer anfieteatro y que cae con estruendo en pleno escenario.

sábado, 5 de abril de 2014

Que no llueva sobre el pianista

Manaus, una ciudad donde solo se puede llegar por barco o por avión.
Testigo mudo del esplendor y la decadencia del mercado del caucho y, con él, empresas igual de titánicas como la de tener un teatro de ópera en medio de una zona de selva. La gesta que fantaseó Herzog en su Fitzcarraldo, si  bien Caruso nunca llegó a cantar aquí, tiene en su desmesura (en el filme y no digamos en el desastroso rodaje) mucho de ese incontrolable y armonioso caos que articula estas tierras, según decía la cita inicial "Cayahuari Yacu, donde Dios no acabó la creación".


Volviendo a la realidad, desde hace 18 años, un prohombre de esos a los que solo la sabiduría les permite ver mucho más allá, el maestro Malheiro, se empeña por producir aquí ópera. No cualquier ópera, ÓPERA con mayúsculas, más de la que ciudades de renombre podrían colgar en sus programaciones y quién sabe si el público indígena es consciente de que en ese sancta santctorum que es para ellos el Teatro Amazonas ha sonado el Anillo completo de Wagner, el Tristan, Parsifal, Lulu, Lady Macbeth de Mtsenk, y un largo etc.

Las condiciones no ayudan, cuando escribo estas líneas la temperatura marca 32 grados y la humedad es de un 94%, hoy es un día fresquito, es probable que esta tarde a la hora habitual llueva y mientras eso pasa la ciudad se detiene, como si asistiera a un concierto o a un bravido de Dios desde el más allá. Cuando sales del aeropuerto la primera impresión es una bofetada de esa humedad que marca ritmo, vestimenta e idiosincrasia de la ciudad.

En contra de lo que piensa mucha gente en Europa la ciudad no es pequeña ni sus habitantes viven en cabañas entre palmeras, Manaus tiene dos millones de habitantes, eso sí, desparramados con una aleatoriedad fuera de toda lógica por lo que nada queda cerca y ninguna racionalización del urbanismo es ya posible. El centro está presidido por el Teatro Amazonas, y su cúpula, donde aparece representada la bandera de Brasil, es como un faro que preside todas las actividades de sus habitantes, aun cuando muchos de ellos nunca han entrado en esta casa construida con materiales de los europeos que les dominaban cuando se inauguró en 1896: mármol de Carrara para las columnas, estructura de acero inglesa en el forjado, techado de Alsacia, mobiliario Luis XV, cristal de Murano en las lámparas...


La Manon Lescaut que ensayamos ahora tiene sólo y exclusivamente intérpretes brasileños. Creo que no escapa a nadie la dificultad que todas las óperas de Puccini entrañan pero ésta especialmente es una de las más complejas: gran orquesta, partes de coro que exigen una gran precisión, intérpretes que deben conocer perfectamente su parte para no perderse en la escena (qué decir del trío del final del segundo acto!), elenco numeroso y, no nos engañemos, para el que hacen falta una voces de verdadero peso específico, razón por la que seguramente la ópera es más citada que programada hoy en día.

A mi llegada, después de 20 horas de vuelo pasé a saludar por el teatro y estaban repasando los solistas con el pianista del coro, el aguerrido maestro Hilo. Yo estaba cansado, desorientado, me quedé a escuchar un poco y me dejé caer en un sofá solo para ambientarme con la música de aquel ensayo, pero cuando abrieron la boca mi atención volvió inmediatamente. Amigos míos, aquí había voces, y qué voces! Desde el Edmondo (que en Europa estaría cantando Turandot directamente), el Comandante, el Sargento, un Lescaut estupendo entregado en su rol, y qué decir de la pareja protagonista, auténtico tour de force, con las tesituras más tremendas de la escritura pucciniana.

¿Dónde estaban estos cantantes que yo no los conocía? Despertaron de inmediato mis ganas de ponerme a trabajar, para corregir aquí y allá esos pequeños detalles que siempre surgen: una frase mal pronunciada, una doppia que se escapa, el sentido de una palabra a la que falta expresión, un ritmo viciado, una afinación que podía estar más segura... banalidades si teníamos este material. Pero además mis consejos se veían premiados con su infinita paciencia y su ansia por saber más, y en este "toma y daca" mi generosidad se veia alimentada por su gratitud. Esta Manon de pronto se me presentaba como muy posible, más que posible: una realidad incuestionable y una suerte servir con este potencial a una partitura que lo merece.


Ahí fuera empieza a caer una solana de justicia. Por suerte el hotel es como una burbuja de aire frío y muebles de Ikea, que aquí se me antojan aun mucho más impersonales. Las condiciones de trabajo no son fáciles; durante dos días (en otro post os contaré porqué) tuvimos que mover los ensayos a otra sede, el Ideal Clube, otro edificio bellísimo, como muchas de las casas que se ven cerca del teatro y que rezan en sus fachadas: 1914, 1917... pintadas de colores vivos... pero ay, un lugar sin aire acondicionado: tu mejor aliado en estas lides pero el entusiasmo todo lo puede; el mundo de la ópera es pura y absolutamente vocacional.

En el ensayo que antes mencionaba, aquí sí con un estupendo aire acondicionado (y su correspondiente condensación), sucedió una anécdota muy divertida: en un determinado momento el pianista dio un respingo en la banqueta, el maestro paró preocupado:
- "Maestro, ¿le está lloviendo encima?".
-"No, no se preocupe, Maestro, la gota ha caido un poco más allá".
Come un sogno gentile e di pace, e d'amor...